El tratamiento fisioterapéutico en la fase final del Alzheimer
Desde Fisiohogar te hemos ido dando a conocer, a través de diversos artículos, que la fisioterapia es imprescindible en la vida de las personas que sufren Alzheimer. Y es que les ayuda a poder retardar el avance de la misma, a hacerle frente a los síntomas habituales y también a llevar, de la mejor manera posible, la fase en la que se encuentren en cada momento.
Así, te mostramos cómo ayuda en la primera y en la segunda fase y ahora queremos hacer lo propio con la etapa final. Un periodo este en el que el enfermo es absolutamente dependiente de sus cuidadores, en el que tiene notables alteraciones en materia de sueño, en que se vuelve muy torpe en cuanto a sus movimientos y en el que, además, puede llegar a estar postrado en una cama por la rigidez que presente el cuerpo.
Esos son sólo algunos de los síntomas que identifican a la recta final de la patología que nos ocupa y que requieren la intervención constante de los fisioterapeutas. Y es que sólo con la ayuda de esos se puede conseguir que la persona afectada tenga la mejor calidad de vida posible.
En concreto, en este momento, el trabajo de esos profesionales de la rama sanitaria se identifica por los siguientes pilares que dan forma al conocido como tratamiento fisioterapéutico:
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Se acometen masajes de tipo tonificante con el claro objetivo de mantener el buen estado de los tejidos cutáneos cuando el enfermo pasa muchas horas acostado o directamente ya está encamado.
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De la misma manera, se desarrollan ejercicios para el cambio postural, con los que se logra proteger al individuo en cuanto a la aparición de úlceras se refiere.
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Se acometen actividades que pueden servir para mantener las articulaciones en el mejor estado posible.
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Asimismo también hay que subrayar que se establecen ejercicios que tienen como claro fin lograr que se favorezca la circulación sanguínea.
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Todo eso sin olvidar tampoco que, de la misma manera, son muy importantes las propuestas que el fisioterapeuta establece de cara a alcanzar que la persona afectada pueda hacerle frente a los habituales síntomas de pérdida o fragilidad de masa ósea.
Estas son las claves fundamentales del tratamiento fisioterapéutico que se desarrolla en la fase final del Alzheimer y que también contribuye a disminuir las posibilidades de que el paciente sufra contracturas, deformidades, fuertes dolores o incluso una notable pérdida de lo que es su tono muscular.